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Foto: Evaash

El laberinto ofidio de Bajo el volcán

LA CIUDAD Y OTROS DEMONIOS

Por Davo Valdés de la Campa   |    Mayo de 2025

Cuauhnáhuac está delimitada por barrancas que se trenzan como la cabellera de una Gorgona.


¿Qué hay bajo el volcán? Un averno de verdor terrible, el valle, la región conocida como Cuauhnáhuac y aún más abajo “la barranca en escena, arrastrándose [...], a lo lejos [...]. Un abismo casi vertical [...] hasta el fondo. ¡Qué lugar tan oscuro y melancólico!”. En la novela Under the Volcano, la perspectiva que brinda Malcolm Lowry es la de Cuernavaca al pie del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl, pero si invertimos la visión mirando desde la cima, nos encontramos con la profundidad confusa y enrevesada de las cañadas y barranquillas.

… a su izquierda, apareció la casa de Geoffrey, casi a vista de pájaro, con su búngalo acurrucado, minúsculo, frente a los árboles, y el largo jardín inferior que se precipitaba con violencia cuesta abajo y respecto al cual, paralelos, en distintos niveles que ascendían oblicuamente por la colina, todos los demás jardines de las residencias contiguas, cada cual con su piscina oblonga color cobalto, también descendían hacia la barranca, mientras que a lo lejos se extendía el terreno que volvía a ascender en lo alto de la calle Nicaragua hasta el promontorio del Palacio de Cortés. ¿Sería acaso aquel punto blanco en lontananza el mismo Geoffrey? Tal vez para no llegar a un sitio en donde, por la entrada al jardín público, se encontrarían casi directamente ante la casa, tomaron al trote otro sendero que bajaba a la derecha.

La experiencia de Cuauhnáhuac está delimitada por su geografía. Específicamente las barrancas que son vértebras que sostienen la disposición del territorio, la arquitectura, su traza cartográfica y propician la exuberancia de una flora y fauna regidas por el clima condenatorio de la eterna primavera. De 46 a 200 barrancas y de 120 a 500 kilómetros, en esa extremidad varía el misterio de su extensión. Lo cierto es que el desplazamiento del glacis de Buenavista horadó el Valle de Cuauhnáhuac y, tras innumerables procesos geológicos antiquísimos, creó lo que hoy identificamos como las barrancas de Cuernavaca: hendiduras, cauces de escurrimientos naturales de ríos, riachuelos, depresiones, mesetas, cañadas, quebradas. Cada barranca es un paisaje en sí mismo y, aunque en la superficie de la ciudad cada vez es más difícil discernir hasta dónde abarcan, en las profundidades se interconectan, se expanden y se trenzan.

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Foto: Strannikfox

Se ha utilizado la imagen de una “blonda cabellera femenina” para dibujar la complejidad de la red de las barrancas, pero esa cabellera tendría que ser la de una Gorgona, puesto que desde las alturas, en un mapa, parece una maraña de serpientes enredadas y sobrepuestas.

Precisamente Lowry usa en su novela los términos “serpentear” y “serpentina” en numerosas ocasiones para hablar de las barrancas, que en el texto en inglés aparecen escritas en español (serpentine barranca), como si su realidad compleja y contradictoria tuviera que expresarse en esa lengua. Esta imagen es aún más clara en la traducción de Raúl Ortiz y Ortiz, que no sólo usa la imagen de la serpiente para describir la naturaleza ondulante de la barranca, sino para trazar su movimiento: “sinuoso sendero abismal que seguía la ‘barranca’ a través de los campos”; “semejante a una barranca atestada de desechos que serpea a través de las edades y desaparece en…”; “serpenteante barranca”; “era la barranca, la hondonada serpeante a lo largo del campo, angosta aquí, pero su aspecto imponente”, por citar algunos ejemplos que develan un entramado ofidio de la Cuauhnáhuac que habitó Lowry y que sirvió de cartografía para su novela insigne.

En un ensayo sobre los símbolos que se despliegan en Bajo el volcán, el escritor Francisco Rebolledo encuentra un paralelismo entre Cuauhnáhuac, vocablo que en náhuatl significa “lugar rodeado de árboles”, y la entrada al infierno de Dante, quien, en su Divina comedia, señala que está “bordeada por una selva”.

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Foto: Kovnir

En la antípoda, el texto “Salvando el Edén de Lowry” de John Spencer asegura que, en Bajo el volcán, la imagen del jardín está asociada con el jardín del Edén. En el Génesis, este jardín está descrito como un parque con “toda clase de árboles hermosos que daban fruto bueno para comer. En medio del jardín puso también el árbol de la vida y el árbol del conocimiento del bien y del mal”. Spencer clama que “el jardín de Lowry en Cuernavaca aún existe. La casa todavía existe, aunque dilapidada si no una ruina”, “… porque, mucho después de haber abandonado Adán el paraíso, seguía ardiendo la llama en su hogar”.

Las barrancas de Cuernavaca condensan ambos polos: el infierno y el paraíso. Pero ¿qué son las barrancas en este entramado de símbolos? Un laberinto que serpentea, se desliza hacia una profundidad aún más atávica y primordial.

Según Mircea Eliade, el mito de Teseo y el laberinto hace referencia a ritos relacionados con la diosa madre del mundo subterráneo, la Gran Madre, una diosa que lo abarca todo, cielos y tierra, como los seres ctónicos de Donna Haraway, seres primordiales que existieron en otro tiempo, que existen y que prevalecerán. “Seres tentaculares y fibrosos, de los seres terrenales, y la época o la temporalidad de los kainos, el presente prolongado de la Tierra.”

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Foto: Alexey Kuznetsov

Medusa y su cabello serpentino están vinculados a este culto ancestral, común en todos los pueblos desde sus inicios prehistóricos. En términos generales, es tanto la Naturaleza y Gran Matriz, que supone el principio femenino de fertilidad, alimento y hogar, como la materia primordial –en el plano metafísico–. Esta divinidad, asociada a la serpiente, se oculta bajo el símbolo de la casa del rey Minos de Creta: el hacha de doble filo, un emblema ligado a la muerte y, curiosamente, tan universal como el laberinto, puesto que lo hallamos en las culturas griega, maya, china o camboyana. La función del laberinto es reflejar la muerte simbólica y la resurrección espiritual que el iniciado ha de obtener en vida, y se dice que la palabra procede del término griego lábrys, ‘hacha de dos filos’, emblema también de algunas divinidades relacionadas con el culto a la serpiente.

En Creta y la cultura minoica, la Gran Madre, Diosa Serpiente, es también la Señora del Laberinto y, por extensión, del Hacha Doble. Ella guarda los misterios de lo que no se ve; de las leyes, procesos y mundos escondidos, tanto en su interior –sea telúrico o celestial– como en la voluntad de los que, blandiendo el hacha, buscan penetrar en su interior. Penetrar en esos misterios supone abrirse camino dentro del oscuro laberinto con la voluntad vertical de un “hacha interior”. En Bajo el volcán, la barranca funge como esta fuerza ctónica y elemental que es la serpiente, pero también es el laberinto que el cónsul debe atravesar trágicamente. Dice Stephen Spender en la introducción a Under the Volcano que “el trabajo de Lowry es la búsqueda de su propia identidad, a través del laberinto de sus experiencias”. ¿Qué hay en un extremo y otro del laberinto de las barrancas de Cuernavaca? En la penúltima línea de la novela, antes del famoso fragmento “¿LE GUSTA ESTE JARDÍN? ¿QUE ES SUYO? ¡EVITE QUE SUS HIJOS LO DESTRUYAN!”, hay una imagen en la que el cónsul, cayendo al fondo del volcán, del abismo, del mundo y de sí mismo, alcanza a ver que “alguien tiró tras él un perro muerto en la barranca”. Este laberinto cerrado es ambas experiencias cíclicas, muerte y vida, en un mismo cuerpo enroscado como sierpes que se devoran a sí mismas.

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Foto: Wirestock







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Foto: cortesía del autor

El escritor y crítico de cine DAVO VALDÉS DE LA CAMPA nació en Cuernavaca, Morelos (1988), estudió Letras Hispánicas y Edición Editorial, y ha sido beneficiario del Programa de Estímulos a la Creación y el Desarrollo Artístico en cuento, novela y poesía. Fue ganador de la publicación de obra inédita del Fondo Editorial del Instituto de Cultura de Morelos con el libro Ignoto. Ha publicado Relatos de un mundo depravado, Despertar y El silencio de los hipopótamos. Ganó el Concurso Nacional de Crítica Cinematográfica 2015, participó en el Talents Critiques en la Semana de la Crítica del Festival Internacional de Cine en Cannes 2015 y en el Berlin Talents del Festival Internacional de Cine de Guadalajara 2017. Es docente y coordina la plataforma digital Dios máquina de investigación en torno a la representación de la máquina en el arte.